miércoles, 19 de febrero de 2014

Sta. Luisa (Tutorías)



Santa Luisa 
 de Marillac






GUÍA PARA TRABAJAR SANTA LUISA DE MARILLAC CON NUESTROS ALUMNOS/AS

OBJETIVOS:

Ø  Conocer a Luisa de Marillac como sembradora de Amor y Vida entre las personas más necesitadas de la época.
Ø   Conocer la figura de Santa Luisa como pionera en los diferentes campos de servicio vicenciano.

TRABAJO PARA CADA CLASE:

Se reparte por clase el dibujo-mural de Santa Luisa o la imagen de cada letra (según corresponda por curso).
Cada clase, después de una pequeña reflexión sobre la letra que le ha tocado y el campo de servicio donde Santa Luisa dedicó parte de su vida, diseñará en una cartulina lo trabajado sobre ese campo de servicio:
-       Imágenes de la labor realizada en esa época, de dicha labor en la actualidad (personas, congregaciones o asociaciones que hoy en día realizan la misma labor que Santa Luisa), textos, frases de Santa Luisa o del Evangelio relacionadas con ese servicio…

Dichos murales con el trabajo realizado podrían ser las ofrendas de la Eucaristía.

REPARTO: “CAMPOS DE SERVICIO”

INFANTIL: “Conocer a Santa Luisa” ______ Dibujo-mural con la cara de Santa Luisa de Marillac.

L. PRIMER CICLO: “Luisa de Marillac y la infancia abandonada”
U. 3º PRIMARIA: “Luisa de Marillac y los ancianos”
I. 4º PRIMARIA: “Luisa de Marillac y los enfermos”
S. 5º PRIMARIA: “Luisa de Marillac y los presos”
A. 6º PRIMARIA: “Luisa de Marillac y los locos”.

ESO:
L. 1º ESO: “Luisa de Marillac y la infancia abandonada”
U. 2º ESO: “Luisa de Marillac y los ancianos”
I. 3º ESO: “Luisa de Marillac y los enfermos”
S. 4º ESO A: “Luisa de Marillac y los presos”
A. 4º ESO B: “Luisa de Marillac y los locos”.





Luisa de Marillac y la infancia 
abandonada.

 






“Luisa de Marillac y la infancia abandonada.

La fundación de hospitales de niños expósitos por San Vicente de Paúl y Luisa de Marillac fue una necesidad en su siglo.
En esa época aumentó la mortalidad infantil y se consideró necesario contribuir en toda la ciudad a “alimentar, mantener y nutrir” a los niños expósitos.

Se hicieron proyectos sobre una fundación expresamente destinada a los niños abandonados; se le dio el nombre de “La Cuna”.

Pero por falta de recursos, se veía la imposibilidad de continuar eficazmente “el cuidado y la alimentación de dichos niños”. Y, por otra parte, las sirvientas que ayudaban en esta tarea cuidaban muy mal a estos niños y los dejaban sin escrúpulos a cualquier gente que necesitaba la vida de un recién nacido para un uso cualquiera.

Luisa de Marillac se conmovió al saber lo que ocurría en casa de la “Cuna”.
Nadie está mejor preparado para organizar el servicio a los niños abandonados que Luisa y las Hijas de la Caridad. Luisa en seguida se pone manos a la obra.

Las Hijas de la Caridad se convertirían en febrero del 1638 en las madres adoptivas de los niños abandonados de París. Luisa compartió los primeros tiempos con estas hermanas




Luisa de Marillac y los ancianos.







 
 







“Luisa de Marillac y los ancianos”



El problema de los ancianos en tiempos de San Vicente y Santa Luisa se mezcla mucho con el tema de la mendicidad.

Vicente y Luisa buscaron una solución para suprimir la mendicidad en la ciudad. Su intento, muy modesto, debía desembocar en la creación del hospicio del Nombre de Jesús, que serviría de retiro para los pobres artesanos cuya vejez o enfermedad impedía que se ganaran la vida convenientemente. Se compró una casa en 1647, para utilizarla según las condiciones del contrato: “para alojar, alimentar y vestir a cuarenta personas de uno y otro sexo, y enseñarles las cosas necesarias par la salvación, tratando de  hacerles vivir en el temor y amor a Dios, como también emplearles en algún trabajo, y así evitar la mendicidad y la ociosidad que son la madre de todos los vicios.”

Luisa aportó en el hospicio su buen sentido práctico y su genio organizador, a la vez que su espíritu sobrenatural que, queriendo dar una solución humana a la miseria de los ancianos, tiene siempre en cuenta el estado de su alma. Vicente y Luisa, se preocuparon por la libertad de los pobres y respetaron su dignidad.

Los hospitalizados, provistos de oficios y utensilios, podían trabajar según sus fuerzas y aptitudes.
Gracias a la presencia de las hermanas y a la buena organización establecida por Luisa, la alegría, la paz, la unión y el orden reinaban en el hospicio. La buena fama del hospicio del Nombre de Jesús hacía desear la creación de obras parecidas.

Pronto su idea e iniciativa se empieza a engrandecer. El pequeños hospicio de 40 ancianos había servido de plano y modelo para el inmenso hospital que desde hace años sirve de retiro a tantos desventurados.

¡Qué bello reconocimiento a la acción de Luisa hacia los ancianos el de haber sido elegida como modelo y guía de una asociación de jóvenes del siglo XX, consagrada a la vejez pobre y solitaria! esta asociación bajo el nombre de “Luisa de Marillac” se fundó en 1909, en la parroquia de Saint Nicolás du Chardonnet, donde hace 300 años, su patrona comenzaba a visitar a los pobres y a los enfermos. Hoy en día estos lugares se han extendido por todo el mundo.







                     Luisa de Marillac 
                               y los enfermos.
 
 












“Luisa de Marillac y los enfermos”.

        La situación de los Hospitales en el siglo XVII francés era lamentable. No había cuidados o eran mínimos. Había falta de higiene, falta de espacio, de camas, lo que obligaba a colocar en distintas posiciones a los enfermos, para que pudiesen entrar dos, tres e incluso más.
        Había médicos para atender a la burguesía, a los reyes, príncipes y nobles , pero ¿Quién atendía a los pobres enfermos?.

        Luisa de Marillac decide para siempre una entrega total que había comprobado en sus visitas a las Cofradías de la caridad, desde la cual se atendían a numerosos enfermos.

         Luisa de Marillac tuvo una visión de futuro en cuanto a la atención de los enfermos. Fue una precursora real de lo que hoy, en el sistema sanitario actual, es una enfermera profesional.

Luisa y las primeras hermanas pretendieron:
“Proporcionar los mejores cuidados, para cambiar el nivel de salud aumentando el bienestar de la población francesa en un contexto de desarrollo social”.

Luisa de Marillac fue una verdadera iniciadora de lo que hoy es la Salud Pública.
Las cartas, pero sobretodo los Reglamentos de las Hermanas de Hospitales son la fuente documental de este trabajo sistematizado y  humanizador, del cual puede extraerse “una forma concreta de cuidar al enfermo”: 1. Admisión del enfermo (E.148), 2.Lecho para el enfermo (E.139), 3. Escucha y atención al enfermo (C. 657), 4. Atención espiritual: (E 140), y 5. Acoger al voluntariado: (E. 148)


Luisa de Marillac y los presos.
 

 





Luisa de Marillac y los presos

Desde 1632 Luisa visita a los presos, formando parte de un grupo de damas.            

El primer indicio que encontramos del servicio personal que presta a los pobres detenidos se desprende de una carta que San Vicente les dirigió: “La caridad hacia los pobres presos, le dice él, tiene un mérito incomparable ante Dios. Habéis hecho bien en asistirlos y haréis bien en seguir haciéndolo en la medida que podáis.” Desde este momento Luisa  pone “a su servicio” a sus hijas.

A partir de 1640, las Hijas de la Caridad, sencillas y humildes, comienzan sus tareas al lado de los presos.

Después de haberse entregado personalmente a esta obra durante un largo periodo, era experta en organizar el servicio a los presos.

Vicente y Luisa habían reconocido como difícil la organización de la visita a los presos. Ante una misión en la que el pobre aparecía bajo un aspecto tan repugnante y abandonado, Luisa no podía dudar. Por ello, tuvo que decidirse a favor de una formación de las hermanas que visitaban a los presos, les señalaba primero los peligros a los que se verían expuestas y las precauciones que tendrían que tomar.

Antes que pensar en salvar el alma de los presos, se preguntaron en cómo salvar el cuerpo, por ello Luisa se preocupa por el cuidado de la alimentación, ropa y cuidado de los presos enfermos.



 
 





“Luisa de Marillac y los locos”

Desde hacía mucho tiempo San Vicente se preocupaba por los locos, en la comunidad de San Lázaro se encontró locos “encerrados”.

Santa Luisa no era la última en compartir los sentimientos de San Vicente. Humanamente, la obra no tenía nada de atrayente: “En el manicomio están todas las personas locas y enajenadas, espíritus extremadamente mal hechos que viven siempre refunfuñando. Hay continuas disputas […] hay tanta poca sociabilidad que ellas no pueden ni siquiera vivir dos juntas y ha sido necesario separarlas, cada una hace de su capa un sayo”.

En el “Grand Bureau des Pauvres” se reclama la presencia de las Hijas de la Caridad; allí se recogían: “Los hombres viejos y decrépitos y otros pobres incorregibles o inválidos, lisiados o impotentes, las mujeres enfermas de epilepsia… a los alienados de bienes y de espíritu”.

   
    Recayendo sobre ella la tarea de elegir personal, Luisa, para alentar a las hermanas, le pide a San Vicente que: “tenga a bien hablar a las hermanas para darles a conocer el bien que se puede hacer y la manera cómo hay que comportarse”.

    Animadas por el impulso de la fe, las primeras hermanas se entregan a su nuevo campo de acción. Como siempre, les esperan trabajos muy humildes: ropería, cocina, enfermería… Pero todas esas acciones están impregnadas del amor a Dios y al prójimo.

    La dedicación a los pobres enajenados continúa, a la manera de los santos fundadores de la comunidad, en todos los continentes: “[…] han pensado que, para la buena marcha de esa gran casa de los pobres locos, es necesaria la presencia de las Hijas de la Caridad”.