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GUÍA PARA TRABAJAR SANTA LUISA DE MARILLAC CON
NUESTROS ALUMNOS/AS
OBJETIVOS:
Ø Conocer a Luisa de Marillac como sembradora de Amor y Vida entre las
personas más necesitadas de la época.
Ø Conocer la figura de Santa Luisa como pionera en los diferentes campos
de servicio vicenciano.
TRABAJO PARA CADA CLASE:
Se reparte por clase el dibujo-mural de Santa Luisa o la imagen de
cada letra (según corresponda por curso).
Cada clase, después de una pequeña reflexión sobre la letra que le ha
tocado y el campo de servicio donde Santa Luisa dedicó parte de su vida,
diseñará en una cartulina lo trabajado sobre ese campo de servicio:
- Imágenes de la labor realizada en esa época, de dicha labor en la
actualidad (personas, congregaciones o asociaciones que hoy en día realizan la
misma labor que Santa Luisa), textos, frases de Santa Luisa o del Evangelio
relacionadas con ese servicio…
Dichos murales con el
trabajo realizado podrían ser las ofrendas de la Eucaristía.
REPARTO: “CAMPOS DE SERVICIO”
INFANTIL: “Conocer a Santa Luisa”
______ Dibujo-mural con la cara de Santa Luisa de Marillac.
L. PRIMER CICLO: “Luisa de Marillac y la infancia
abandonada”
U. 3º PRIMARIA: “Luisa de Marillac y los ancianos”
I. 4º PRIMARIA: “Luisa de Marillac y los enfermos”
S. 5º PRIMARIA: “Luisa de Marillac y los presos”
A. 6º PRIMARIA: “Luisa de Marillac y los locos”.
ESO:
L. 1º ESO: “Luisa de Marillac y la infancia
abandonada”
U. 2º ESO: “Luisa de Marillac y los ancianos”
I. 3º ESO: “Luisa de Marillac y los enfermos”
S. 4º ESO A: “Luisa de Marillac y los presos”
A. 4º ESO B: “Luisa de Marillac y los locos”.
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“Luisa de Marillac y la infancia abandonada”.
La fundación de hospitales de niños expósitos por
San Vicente de Paúl y Luisa de Marillac fue una necesidad en su siglo.
En esa época aumentó la mortalidad infantil y se
consideró necesario contribuir en toda la ciudad a “alimentar, mantener y
nutrir” a los niños expósitos.
Se hicieron proyectos sobre una fundación
expresamente destinada a los niños abandonados; se le dio el nombre de “La
Cuna”.
Pero por falta de recursos, se veía la
imposibilidad de continuar eficazmente “el cuidado y la alimentación de dichos
niños”. Y, por otra parte, las sirvientas que ayudaban en esta tarea cuidaban
muy mal a estos niños y los dejaban sin escrúpulos a cualquier gente que
necesitaba la vida de un recién nacido para un uso cualquiera.
Luisa de Marillac se conmovió al saber lo que
ocurría en casa de la “Cuna”.
Nadie está mejor preparado para organizar el
servicio a los niños abandonados que Luisa y las Hijas de la Caridad. Luisa en
seguida se pone manos a la obra.
Las Hijas de la Caridad se convertirían en
febrero del 1638 en las madres adoptivas de los niños abandonados de París.
Luisa compartió los primeros tiempos con estas hermanas
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“Luisa de Marillac y los ancianos”
El
problema de los ancianos en tiempos de San Vicente y Santa Luisa se mezcla
mucho con el tema de la mendicidad.
Vicente
y Luisa buscaron una solución para suprimir la mendicidad en la ciudad. Su
intento, muy modesto, debía desembocar en la creación del hospicio del Nombre
de Jesús, que serviría de retiro para los pobres artesanos cuya vejez o
enfermedad impedía que se ganaran la vida convenientemente. Se compró una casa en 1647, para utilizarla según las condiciones
del contrato: “para alojar, alimentar y
vestir a cuarenta personas de uno y otro sexo, y enseñarles las cosas
necesarias par la salvación, tratando de
hacerles vivir en el temor y amor a Dios, como también emplearles en algún
trabajo, y así evitar la mendicidad y la ociosidad que son la madre de todos
los vicios.”
Luisa
aportó en el hospicio su buen sentido práctico y su genio organizador, a la vez
que su espíritu sobrenatural que, queriendo dar una solución humana a la miseria
de los ancianos, tiene siempre en cuenta el estado de su alma. Vicente y Luisa,
se preocuparon por la libertad de los pobres y respetaron su dignidad.
Los
hospitalizados, provistos de oficios y utensilios, podían trabajar según sus
fuerzas y aptitudes.
Gracias
a la presencia de las hermanas y a la buena organización establecida por Luisa,
la alegría, la paz, la unión y el orden reinaban en el hospicio. La buena fama
del hospicio del Nombre de Jesús hacía desear la creación de obras parecidas.
Pronto
su idea e iniciativa se empieza a engrandecer. El pequeños hospicio de 40
ancianos había servido de plano y modelo para el inmenso hospital que desde
hace años sirve de retiro a tantos desventurados.
¡Qué
bello reconocimiento a la acción de Luisa hacia los ancianos el de haber sido
elegida como modelo y guía de una asociación de jóvenes del siglo XX,
consagrada a la vejez pobre y solitaria! esta asociación bajo el nombre de
“Luisa de Marillac” se fundó en 1909, en la parroquia de Saint Nicolás du Chardonnet,
donde hace 300 años, su patrona comenzaba a visitar a los pobres y a los
enfermos. Hoy en día estos lugares se han extendido por todo el mundo.
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“Luisa de Marillac y los enfermos”.
La situación de los Hospitales en el
siglo XVII francés era lamentable. No había cuidados o eran mínimos. Había
falta de higiene, falta de espacio, de camas, lo que obligaba a colocar en
distintas posiciones a los enfermos, para que pudiesen entrar dos, tres e
incluso más.
Había médicos para atender a la
burguesía, a los reyes, príncipes y nobles , pero ¿Quién atendía a los pobres
enfermos?.
Luisa de Marillac decide para siempre
una entrega total que había comprobado en sus visitas a las Cofradías de la
caridad, desde la cual se atendían a numerosos enfermos.
Luisa de Marillac tuvo una visión de futuro en
cuanto a la atención de los enfermos. Fue una precursora real de lo que hoy, en
el sistema sanitario actual, es una enfermera profesional.
Luisa y
las primeras hermanas pretendieron:
“Proporcionar los mejores cuidados, para cambiar
el nivel de salud aumentando el bienestar de la población francesa en un
contexto de desarrollo social”.
Luisa de Marillac fue una verdadera iniciadora de lo que hoy es la
Salud Pública.
Las cartas, pero sobretodo los Reglamentos de las Hermanas de
Hospitales son la fuente documental de este trabajo sistematizado y humanizador, del cual puede extraerse “una
forma concreta de cuidar al enfermo”: 1. Admisión
del enfermo (E.148), 2.Lecho para el enfermo (E.139), 3. Escucha y atención al enfermo (C.
657), 4. Atención espiritual: (E 140), y 5. Acoger al voluntariado: (E.
148)
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Desde 1632 Luisa visita a los presos, formando parte de un grupo de
damas.
El primer
indicio que encontramos del servicio personal que presta a los pobres detenidos
se desprende de una carta que San Vicente les dirigió: “La caridad hacia los pobres presos, le dice él, tiene un mérito
incomparable ante Dios. Habéis hecho bien en asistirlos y haréis bien en seguir
haciéndolo en la medida que podáis.” Desde este momento Luisa pone “a
su servicio” a sus hijas.
A
partir de 1640, las Hijas de la Caridad, sencillas y humildes, comienzan sus
tareas al lado de los presos.
Después
de haberse entregado personalmente a esta obra durante un largo periodo, era
experta en organizar el servicio a los presos.
Vicente
y Luisa habían reconocido como difícil la organización de la visita a los
presos. Ante una misión en la que el pobre aparecía bajo un aspecto tan
repugnante y abandonado, Luisa no podía dudar. Por ello, tuvo que decidirse a
favor de una formación de las hermanas que visitaban a los presos, les señalaba
primero los peligros a los que se verían expuestas y las precauciones que
tendrían que tomar.
Antes
que pensar en salvar el alma de los presos, se preguntaron en cómo salvar el
cuerpo, por ello Luisa se preocupa por el cuidado de la alimentación, ropa y
cuidado de los presos enfermos.
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“Luisa de Marillac y los locos”
Desde hacía mucho tiempo San Vicente se preocupaba por los locos, en
la comunidad de San Lázaro se encontró locos “encerrados”.
Santa Luisa no era la última en compartir los sentimientos de San
Vicente. Humanamente, la obra no tenía nada de atrayente: “En el manicomio están todas las personas locas y enajenadas, espíritus
extremadamente mal hechos que viven siempre refunfuñando. Hay continuas
disputas […] hay tanta poca sociabilidad que ellas no pueden ni siquiera vivir
dos juntas y ha sido necesario separarlas, cada una hace de su capa un sayo”.
En el “Grand Bureau des Pauvres” se reclama la presencia de las Hijas
de la Caridad; allí se recogían: “Los
hombres viejos y decrépitos y otros pobres incorregibles o inválidos, lisiados
o impotentes, las mujeres enfermas de epilepsia… a los alienados de bienes y de
espíritu”.
Recayendo sobre ella la tarea
de elegir personal, Luisa, para alentar a las hermanas, le pide a San Vicente
que: “tenga a bien hablar a las hermanas
para darles a conocer el bien que se puede hacer y la manera cómo hay que
comportarse”.
Animadas por el impulso de la
fe, las primeras hermanas se entregan a su nuevo campo de acción. Como siempre,
les esperan trabajos muy humildes: ropería, cocina, enfermería… Pero todas esas
acciones están impregnadas del amor a Dios y al prójimo.
La dedicación a los pobres
enajenados continúa, a la manera de los santos fundadores de la comunidad, en
todos los continentes: “[…] han pensado
que, para la buena marcha de esa gran casa de los pobres locos, es necesaria la
presencia de las Hijas de la Caridad”.