JESÚS, YO TE BUSCO“ERES MI AMIGO”
Un día Jesús paso por Jericó, En esa ciudad vivía Zaqueo,
que era cobrador de impuestos y no era muy bien visto por todos los del pueblo
porque con esto se había hecho rico a costa de quitarle el dinero a los demás.
Zaqueo había oído hablar de Jesús y quería verlo,
pero, como era pequeñito no sabía cómo. Oyó decir que Jesús, iba a pasar por
ese pueblo y se le ocurrió una brillante idea, vio un árbol de sicomo-ro y se
trepo en el. Cuando Jesús vio lo que zaqueo había hecho le dijo: “Zaqueo baja
de ahí, porque hoy debo hospedarme en tu casa”. Zaqueo, emocionado, Le pidió
perdón a Él y a todos los que había robado, y prometió que de ahora en adelante
iba a ser una buena persona.
Y desde entonces Jesús y Zaqueo fueron amigos para
siempre
ORACIÓN
Te busco, cuando no te veo…
A veces me pregunto dónde estás.
Cuando se me hace duro el silencio o la escucha.
Cuando miro alrededor y no descubro destellos de tu presencia.
Cuando la duda me atenaza y me lleva a sospechar de todo.
Cuando me siento cansado, herido, vulnerable,…
o simplemente, cuando, aun estando bien, te echo en falta,
porque el ruido, la prisa o las rutinas me hacen olvidarte.
Y por eso hoy me vuelvo a ti y te digo, Señor, dame tu luz.
Querría que mi camino sea tu camino;
que mis pasos, aunque vacilen y duden, sigan tus huellas;
que mis opciones sean las que me ayuden a seguir tu paso en esta vida.
Querría ser un caminante sin otro horizonte que tu Reino,
sin otra meta que tu justicia,
sin otra palabra que tu Evangelio,
sin otro canto que tus anuncios.
Cuando haya tormentas y cuando haya paz.
En senderos suaves y en caminos abruptos.
Ayúdame, Señor, a seguir caminando tras tus huellas.
Esta es la historia de Cristín, un niño de 6 años que vive en una
ciudad que se llama SOLIDARIDAD. Tiene un gran Amigo. Es un Amigo muy especial.
No es como todos. Cristín y su Amigo se quieren mucho.
Cuando Cristín está con su Amigo, este le invita a mirar el mundo.
Cristín acompaña a su Amigo y descubre cómo actúa. Su Amigo comparte, es
servicial, generoso, agradecido, colaborador y ofrece siempre su ayuda. Además,
su Amigo prefiere a los más pobres, a los más tristes... para ofrecerles todo
lo que es y tiene. Su Amigo es feliz.
Cuando Cristín regresa a casa después de haber estado con su
Amigo, también se siente feliz. Su mamá siempre le cuida y Cristín se siente
feliz.
Hay veces que Cristín necesita ayuda. Y siempre encuentra a
alguien que le preste ayuda. El se siente agradecido con los demás. Y eso le
hace feliz.
Habla con su Amigo de todo lo que le ocurre.
Cristín descubre a su Amigo ayudando y queriendo a todos. Un día, Cristín
descubrió que necesitaban de su ayuda y recordó las palabras de su Amigo, que
eran una invitación a servir, a amar como Él. Y Cristín se ofreció para ayudar
y descubrió la alegría de servir. ¿Y Tú?.
ORACIÓN
Te busco, porque estás ahí
¿Dónde estás, cada día?
En los rostros conocidos, y tal vez en los anónimos,
cuya mirada se cruza con la mía.
En los amigos lejanos y en los próximos.
En el trabajo diario. En los aciertos y en los errores.
En las decisiones que hay que tomar.
Estás en el silencio, como susurro, y en la noticia, como grito.
Me hablas en sentimientos y en palabras, en reflexiones y encuentros.
Y por eso hoy me vuelvo a ti y te digo, Señor, enséñame a reconocerte.
Querría que mi camino sea tu camino;
que mis pasos, aunque vacilen y duden, sigan tus huellas;
que mis opciones sean las que me ayuden a seguir tu paso en esta vida.
Querría ser un caminante sin otro horizonte que tu Reino,
sin otra meta que tu justicia,
sin otra palabra que tu Evangelio,
sin otro canto que tus anuncios.
Cuando haya tormentas y cuando haya paz.
En senderos suaves y en caminos abruptos.
Ayúdame, Señor, a seguir caminando tras tus huellas.
Siempre está Él en el camino
TEXTO BIBLICO Lucas 24, 13-35
“Ese mismo día, dos de los seguidores de Jesús iban a Emaús, un
pueblo a once kilómetros de Jerusalén. Mientras conversaban de todo lo que
había pasado, Jesús se les acercó y empezó a caminar con ellos, pero ellos no
lo reconocieron. Cuando se acercaron al pueblo de Emaús, Jesús se despidió de
ellos. Pero los dos discípulos insistieron:
—¡Quédate con nosotros! Ya es muy tarde, y pronto el camino estará
oscuro.
Jesús se fue a casa con ellos. Cuando se sentaron a comer, Jesús
tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio. Entonces los dos
discípulos pudieron reconocerlo, pero Jesús desapareció. Los dos se dijeron:
«¿No es verdad que, cuando él nos hablaba en el camino y nos explicaba las
Escrituras, sentíamos como que un fue-go ardía en nuestros corazones?»
En ese mismo momento, regresaron a Jerusalén. Allí encontraron
reunidos a los once apóstoles, junto con los otros miembros del grupo. Los dos
discípulos les contaron todo lo que había pasado en el camino a Emaús, y cómo
habían reconocido a Jesús cuando él partió el pan.
.ORACIÓN
Que te busque siempre
No me dejes perder la inquietud por buscarte.
Tal vez en muchos momentos ni seré consciente de ti.
Pero no me dejes acostumbrarme.
Que siga ahí la inquietud, la sed, el deseo, la pregunta.
Que no me venza la rutina ni el cansancio.
Que no te dé por supuesto, porque cada día eres nuevo.
No me dejes acomodarme en lo que ya sé de ti y de tu proyecto,
porque hay tanto por descubrir…
Y por eso hoy me vuelvo a ti y te digo, Señor, que no deje de buscarte.
Querría que mi camino sea tu camino;
que mis pasos, aunque vacilen y duden, sigan tus huellas;
que mis opciones sean las que me ayuden a seguir tu paso en esta vida.
Querría ser un caminante sin otro horizonte que tu Reino,
sin otra meta que tu justicia,
sin otra palabra que tu Evangelio,
sin otro canto que tus anuncios.
Cuando haya tormentas y cuando haya paz.
En senderos suaves y en caminos abruptos.
Ayúdame, Señor, a seguir caminando tras tus huellas.
Proponemos la lectura del texto del buen samaritano.
Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo
a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Respondiendo Jesús, dijo:
Un
hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales
le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de
largo.
Asimismo un levita, llegando cerca de aquel
lugar, y viéndole, pasó de largo.
Pero un samaritano, que iba de camino, vino
cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó
sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó
al mesón, y cuidó de él.
Otro día al partir, sacó dos denarios, y
los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te
lo pagaré cuando regrese.
¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el
prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
El dijo: El que usó de misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
ORACIÓN
Querido Padre Dios:
Los niños y las niñas que somos amigos de Jesús,
queremos darte gracias porque sabemos que nos quieres mucho.
Queremos decirte que queremos ser como Jesús y que como Él ,
vamos a querer mucho a las personas que viven con nosotros.
Vamos a mirar a nuestro alrededor para descubrir a aquellas
personas
que necesitan nuestra ayuda, sobre todo a las que necesiten más...
Vamos a ofrecer nuestra ayuda, que aunque pequeña como nosotros
es grande como es nuestro corazón.
Sólo te pedimos una cosa, que sigas dándonos la alegría de saber
que nos quieres mucho y nos enseñes a ser agradecidos con
todas las personas que nos muestran tu Amor.
Padre nuestro, gracias por nuestro amigo y hermano Jesús,
¡haz que seamos serviciales como Él!
VIERNES
El ciego Bartimeo
buscó a Dios y lo encontró…
Jesús se dirigía a Jerusalén a celebrar la
Pascua. Mien-tras salía de Jericó, que estaba a una jornada de distancia,
acompañado de sus discípulos y de la gente que le seguía, se encontraron con un
mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, sentado al lado del camino que
conducía a Jeru-salén.
Al percibir el ciego que pasara tal
cantidad de gente le extrañó y preguntó qué era aquello. Le dijeron que era
Je-sús, el de Nazaret. Entonces empezó a gritar con todas sus fuerzas:
<<Hijo de David, Jesús, apiádate de mí.>>
Por lo que había oído de él, sin duda era
el Mesías esperado y tal vez pudiera devolverle la vista. La gente le regañaba
para que se callara; pero él gritaba todavía más fuerte: <<Hijo de David,
apiádate de mí.>> Jesús le oyó, se detuvo y mandó que se lo trajeran.
Entonces la gente cambió de tono con él: <<Ánimo, te está llamando,
levántate>>. El ciego arrojó su manto a un lado y se le acercó casi
corriendo. Jesús le recibió y le preguntó qué quería que le hiciera. Claro que
lo sabía, pero quería darle la oportunidad de enfrentarse a su fe para ver si
realmente creía que Él pudiera darle la vista. Esta era su pe-tición:
<<Maestro, que vuelva a ver. >> Aún recordaba con nostalgia sus
primeros años, cuando tenía ese regalo maravilloso de Dios. Y luego aquella
enfermedad que nadie pudo detener poco a poco se le fue nublando la mirada ante
la tristeza de sus padres y ante su propia desesperación. Y después los años
que habían transcurrido en soledad y en amargura cuando todos le fueron
abandonando como si fuera un maldito de Dios. Y ahora la esperanza de nuevo
anidaba en su corazón; más que la esperanza, la certeza. Jesús le dijo:
<<Anda, esa fe que tienes es lo que te da la vista. >>
Y volvió a ver. Desde aquel momento de su
vida tuvo rumbo: decidió seguir a Jesús por el camino
ORACION: Que vea!
Señor, que vea…
… que vea tu rostro en
cada esquina.
Que vea reír al
desheredado
con risa alegre y
renacida.
Que vea encenderse la
ilusión
en los ojos apagados
de quien un día olvidó
soñar y creer.
Que vea los brazos
que,
ocultos, pero
infatigables,
construyen milagros
de amor, de paz, de
futuro.
Que vea oportunidad y
llamada
donde sólo hay bruma.
que vea cómo la
dignidad recuperada
cierra los infiernos
del mundo.
Que en el otro vea a
mi hermano,
en el espejo un
apóstol,
y en mi interior te
vislumbre.
Porque no quiero andar
ciego,
perdido de tu
presencia,
distraído por la nada…
equivocando mis pasos
hacia lugares sin ti.
Señor, que vea…
…que
vea tu rostro en cada esquina.